viernes, 13 de abril de 2012

El equipo de Galicia





Después de años de larga espera, hoy en Balaidos se juega el derby gallego: el Celta contra el Dépor.

Este partido, a ojos de cualquier aficionado de fuera de Galicia, puede ser visto como un partido cualquiera. Pero para cualquier gallego, o por lo menos para cualquier aficionado de ambos bandos, este encuentro es algo más. Mucho más. Este encuentro va más allá de lo deportivo. Explicaré el porqué.

Galicia siempre ha sido una región pobre. Sin embargo, dentro de esta región y como en casi todas las regiones, la zona norte siempre ha sido más poderosa que la sur.

A Coruña históricamente ha sido una ciudad influyente en la comnunidad gallega. Ha sido antigua capital de Galicia y desde siempre ha sido la ciudad más importante y digamos, aburguesada. Es cuna de varios bancos y a ese poder financiero hay que unirle un gran poder político.

Como contrapunto, Vigo históricamente ha sido una ciudad pequeña. Fue una ciudad que creció muy tarde y muy rápidamente. Gracias al sector pesquero, naval y de la automoción, Vigo comenzó a atraer a obreros de otros puntos de Galicia y de España, lo que hizo que en pocos años duplicara su población hasta finalmente superar a A Coruña.

Esto nunca ha sido del gusto de los coruñeses. Ellos siempre fueron la ciudad más importante y poblada de Galicia. Pero, a pesar de este liderazgo poblacional, Vigo nunca tuvo peso político y de decisión a nivel autonómico. Digamos que fue una ciudad frecuentemente ignorada por el gobierno de la Xunta.

A pesar de ello y gracias a sus propios recursos Vigo ha seguido creciendo hasta convertirse en la ciudad que es hoy en día.

Es por eso que en Vigo hay ese sentimiento de rivalidad frente a Coruña. Y esta rivalidad se ve reflejada en sus dos equipos más importantes, por lo que el derby es algo más que un encuentro, es el enfrentamiento entre el norte de Galicia y el sur. Entre la ciudad poderosa y "rica" y la ciudad obrera. Entre la ciudad que históricamente ha ido conservando su poder a la ciudad que se ha hecho a sí misma.

Celta y Dépor son un reflejo de esta idiosincracia. Hasta los 90, y a pesar de ser equipos históricamente de Primera, ambos fueron equipos ascensores que peleaban por mantenerse en la máxima competición del fútbol español.

Sin embargo, en 1988 Lendoiro coge las riendas del club y todo cambia. En la temporada 1990/91 consigue subir el equipo a Primera. Y en la temporada 1992/93 tras convertirse en SAD y sin saber de dónde sacó el dinero, el Deportivo de la Coruña, que venía de salvarse del descenso a Segunda División, consigue fichar a dos internacionales brasileños que se rifaba media Europa: Bebeto y Mauro Silva.

¿Cómo fue posible que un equipo que acababa de subir a Primera y que había jugado la promoción del descenso se hiciera con dos internacionales brasileños? Seguramente su pasado como conjecal del Ayuntamiento de A Coruña o ser el Presidente de la Diputación de A Coruña pudo influir a la hora de conseguir financiación de los bancos para realizar los fichajes. Y algún que otro tejemaneje más.

El resto ya es historia. El Dépor consiguió armar un gran equipo y peleó durante varias temporadas con los grandes del fútbol español. Durante esa época dorada conquistó dos Copas del Rey, una Liga, tres Supercopas de España y jugó varias temporadas la Champions League.

Viendo los éxitos de su rival del norte, en 1995 llega a la presidencia del Celta el empresario Horacio Gómez con la idea de imitar al por entonces compañero de partido político Lendoiro.

Horacio Gómez también llegó con ganas de hacer un Celta campeón. Y casi lo consigue. Creó un grandísimo equipo que peleó durante varias temporadas con los mejores equipos españoles. Lo clasificó en seis ocasiones para la UEFA, llegando a cuartos de final en tres ocasiones, consiguió clasificarlo para la Champions League, y a punto estuvo de ganar una Copa del Rey.

Pero esa es la diferencia entre el Celta y el Dépor y ahí está la similitud con sus respectivas ciudades.

El Dépor tuvo esa suerte que le llevó a conquistar sus títulos. Jugó dos finales de Copa del Rey y las ganó. Sin embargo, el Celta también jugó dos finales y perdió las dos. Una a penaltis.

En la UEFA cayó eliminado en cuartos de final con muy mala suerte, después de merecer la victoria y fallar innumerables ocasiones. El año en el que se clasifica para la Champions desciende a Segunda. Al años siguiente vuelve a ascender y se clasifica para la UEFA. Pero al siguiente vuelve a descender.

La temporada pasada el equipo está en los primeros puestos de la clasificación durante gran parte de la misma. Al final tiene que jugar promoción de ascenso y la pierde a los penaltis.

El equipo campeón frente al equipo perdedor. La ciudad burguesa frente a la obrera.

Sin embargo esto es lo que engrandece al Celta y lo que es admirable de sus aficionados. A pesar de todos los sinsabores y de todos los disgustos, el celtista siempre anima a su equipo. Aunque fruto de un disgusto diga que no volverá a animarlo nunca más. Él siempre lo llevará en su corazón. Y el día que toqué celebrar algo lo hará con una mezcla de rabia y alegría. Porque las celebraciones, cuando estás acostumbrado a sufrir, se disfrutan más.

Pues esto es lo que se dirime hoy en Balaídos: quién es el equipo de Galicia. Yo lo tengo claro. Ese escudo con la cruz de Santiago. Ese equipaje celeste y blanco. Ese nombre inspirando en uno de los pluebos que habitó nuestra tierra. Esa plantilla plagada de gallegos. El equipo de Galicia siempre será el Celta de Vigo.

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